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Mercado particular de Constitución y su aporte a la identidad

Este lugar reúne a mujeres y hombres de esfuerzo que ha diario contribuyen a fortalecer la identidad de la comuna, vinculada a la gastronomía y cultura ligada al mar

Mercado particular de Constitución mantiene la esencia y la identidad de la ciudad balneario.

Construido con el objeto de aportar al crecimiento de la ciudad de Constitución bajo la administración municipal surge el mercado, punto de encuentro de los propios mauchos y también de sus visitantes.

Desde sus inicios ha mantenido tradiciones como ser un centro de abastos para la comunidad que con el paso del tiempo se fue transformando a un lugar de encuentro en torno a la gastronomía primero que todo ligado a los productos marinos aprovechando el trabajo de la pesca artesanal del puerto de Maguillines.

A medida que el visitante fue solicitando su carta comenzó a modificar al gusto del cliente incorporando comida más tradicional y campesina, surge así en la oferta diario las cazuelas, legumbres, entre otras preparaciones.

Hace ya algunas décadas el municipio determinó que la administración del recinto representaba una tarea en la que no estaban dispuestos a utilizar recursos y personal, debido a que necesitaba atender  otras necesidades más urgentes para la comunidad, fue entonces cuando surge la idea de entregar los locales a manos de particulares.

Opciones habían varias, licitar, rematar, vender, concesionar entre otras alternativas. Sin embargo, fueron los propios locatarios que arrendaban en el mercado los que acordaron junto con la administración traspasar los locales comerciales a sus arrendatarios pagando el valor del local, fue así como el recinto paso a mano de particulares, pero no de cualquiera sino que de quienes llevaban décadas trabajando en ese lugar y quienes han sabido mantener su esencia y por sobre todo la identidad que los caracteriza.

Luis Jiménez Castro encontró en el mercado particular su oportunidad para independizarse.

Al pie del cañón

Luis Jiménez Castro hace siete años trabajaba como operador de una empresa maderera en el sector de Viñales, tras ser desvinculado buscó oportunidades para independizarse pero no encontró un lugar en donde instalarse, sino que después de un año su esposa fue contactada por unas amigas que dejarían un local disponible el mercado y accedió a él con una propuesta gastronómica distinta y coordinada con las demás cocinerías.

A la tradicional oferta de platachos, cazuelas, mariscal, pescado frito surge la idea de las sopaipillas para el desayuno, logrando así captar rápidamente a sus clientes que en la mayoría son trabajadores que de lunes a viernes están en la ciudad realizando sus labores, mientras que los fines de semanas existe un recambio de clientes por el turista que en el periodo de temporada baja es ocasional.

La pandemia no les jugó una buena pasada, así lo reconoce Luis quien junto a su esposa pensó que sería cosa de un par de meses por lo que cuando a mediados de marzo del 2020 la mayoría de los locales cerraron ellos decidieron mantenerse “al pié del cañón” pese a las dificultades que eso significó.

Recuerda que fueron dos o tres locales que se mantuvieron abiertos en todo el mercado particular, algunos lo hacían ocasionalmente. Pero fue el concepto de comprar la llevar el que permitió mejorar un poco los ingresos y así soportar el mal tiempo comercial, que pese a no recuperarse del todo ha mostrado mejores tiempos en los últimos meses.

Margarita Montecinos Sepúlveda toda una vida ligada a la vida del mercado y sus sabores vinculados al mar.

Platachos y mariscales

Margarita Montecinos Sepúlveda lleva toda la vida vinculada al mercado, primero acompañando a su madre cuando era administrado por el municipio y luego cuando pasó a manos de los locatarios. Ahora son tres años que lleva como independiente en el puesto de su madre, reconoce que es una gran familia –con altos y bajos- que se acompaña y preocupa el uno por el otro.

“Estos últimos años han sido un poco más difícil por la situación económica y la pandemia pero hemos sabido salir adelante… pese a todo las personas siguen viniendo al mercado, no como antes pero sirve para mantenerse, por lo que uno se preocupa de hacer lo que realmente se vende o podría vender, como en mi caso me especializa en los platachos y mariscales y así mis colegas venden empanadas, sopaipillas, otras almuerzos y así todos tenemos una oferta que no se topa para que todos podamos mantenernos” agrega Margarita.

Por la pandemia Margarita estuvo dos meses sin trabajar, dedicada al cuidado de su madre que fue afectada por Covid-19. Al retomar la actividad pudo comprobar que las ventas se redujeron hasta en un 80% y asegura que no se ha recuperado. Pese a ello invita a todos a visitar el mercado particular y disfrutar de la gastronomía típica de la costa maulina, aprovechando que está a menos de dos horas de cualquier punto de la región.

Rosa Riquelme mantiene activa su venta de empanadas pese a reducir la producción en más de 70%.

Venta de fin de semana

Rosa Riquelme lleva 15 años aportando a la gastronomía de Constitución y define ese periodo en etapas, la primera de ellas está conformado por los dos primeros años que los califica como una experiencia enriquecedora, creativa y de alta producción con una rentabilidad atractiva, pero todo cambió con el terremoto del 27 de febrero de 2010 y con ello una nueva etapa que define como un periodo de aprendizaje.

“Aprendí que no tenía que hacer las cosas solas y por eso es que busqué garzonas que me ayudaron, siendo un proceso de conocimiento y bueno en lo económico hasta el estallido social, donde hubo periodos donde se cerró por temor a ser víctimas de algún daño. Luego fue el turno de la pandemia, y pese a intentar mantenerme en pié, pero quebré con otro negocio que tenía el que ahora estoy tratando de reinventar. Acá en el mercado no ha sido distinto, antes trabajábamos de corrido todos los días y ahora venimos los miércoles para hacer la producción para el fin de semana porque no entra gente”, asegura Rosa.

Rosa Riquelme explica que antes de la pandemia tenía un promedio de venta de 15 bandejas de empanadas diarias los fines de semana, lo que se redujo a tres, no solo por la falta de dinero de sus clientes habituales sino que también por el aumento en el valor de la materia prima que la ha llevado a  traspasar parte de esa alza a sus productos.

Francisco González mantiene su clientela por su oferta de productos de calidad y una atención personalizada.

Atención personalizada

Desde los 12 años que Francisco González  trabaja en el mercado particular de Constitución y asegura que ha vivido de todo, que la situación actual provocada por la pandemia no es la peor que han tenido que enfrentar y está seguro que saldrán adelante como comerciantes.

Reconoce que ya no son los mismos locatarios de antes que estaban siempre frente a su local haciendo frente a la adversidad pero está seguro que el mercado volverá a brillar. Agrega que el terremoto del 2010 los mantuvo cerrado por mucho tiempo pese a ser el único edificio que soportó el movimiento, sin embargo de regreso a la actividad pudieron recuperarse rápidamente junto como la ciudad también volvía a la actividad normal.

“A nosotros el estallido social no nos afectó mucho porque acá porque las personas no hacen desorden pero si la pandemia nos ha tocado fuerte, por eso es que nuestra propuesta es por ofrecer productos de calidad, con atención personalizada, con productos frescos que elaboramos nosotros y eso nos ha permitido mantener a nuestros clientes” afirmó Francisco González.

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