Entre marzo y mayo de este año, la Región del Maule registró una tasa de desempleo del 7,3%. Esta cifra, que representa una baja de 1,2 puntos porcentuales respecto al mismo período del año anterior, es una señal alentadora. Son 7.806 personas menos sin trabajo. En un contexto económico global marcado por la incertidumbre, la inflación, los conflictos internacionales y los efectos persistentes de la pandemia, esta mejora no es menor. Habla de la resiliencia de nuestra región, del esfuerzo de sus trabajadoras y trabajadores, y del compromiso de un Gobierno que ha puesto el empleo digno en el centro de su agenda.
Pero no basta con celebrar los avances. Porque detrás de cada cifra hay historias, hay trayectorias laborales interrumpidas, hay sueños postergados. Hoy, más de 517 mil personas están ocupadas en el Maule, pero también observamos que la fuerza de trabajo se redujo en casi 14 mil personas. Es decir, hay menos personas buscando empleo, y más que han pasado a la inactividad. Este fenómeno, que muchas veces responde a razones familiares, estudios o desánimo, nos obliga a preguntarnos: ¿estamos generando las condiciones necesarias para que todas y todos puedan participar del mundo del trabajo?
Una de las respuestas está en la desigualdad estructural que enfrentan las mujeres. En este período, se perdieron más de 6 mil empleos femeninos, mientras el empleo masculino se mantuvo estable. La tasa de participación laboral de las mujeres en el Maule es de apenas 48,2%, y su tasa de ocupación, de 43,7%. Estas cifras no son solo números: son el reflejo de una realidad que limita el desarrollo de miles de mujeres, muchas de las cuales enfrentan dobles y triples jornadas por las tareas de cuidado no remuneradas. Por eso, como Gobierno, estamos reforzando programas de empleabilidad, capacitación y conciliación laboral y familiar. Porque no puede haber justicia social sin igualdad de género.
Otro desafío urgente es la informalidad. Un 33,6% de quienes trabajan en nuestra región lo hacen sin contrato ni seguridad social. Son más de 174 mil personas que viven en la incertidumbre, sin acceso a derechos laborales básicos como salud, previsión o protección frente a accidentes. La informalidad no es solo un problema económico: es una vulneración de derechos. Combatirla requiere políticas públicas decididas, pero también un compromiso del sector privado y de la sociedad en su conjunto para valorar el trabajo formal como un pilar de la dignidad.
En el análisis comunal, vemos señales mixtas. Talca lidera con la tasa de desempleo más baja (6,1%), Curicó muestra una mejora significativa (7,8%), mientras Linares se mantiene en 9,1%. Estos datos nos permiten focalizar esfuerzos, pero también nos recuerdan que el desarrollo debe ser territorialmente equilibrado. No podemos permitir que el lugar donde se nace o vive determine las oportunidades laborales de una persona.
Como Gobierno, valoramos los avances, pero no nos conformamos. Sabemos que aún hay mucho por hacer. Nuestro compromiso es seguir impulsando la reactivación económica con justicia social, fortaleciendo el empleo formal, promoviendo la equidad de género y protegiendo los derechos laborales. Porque el trabajo no es solo una fuente de ingresos: es una herramienta de inclusión, de autonomía y de dignidad.
Seguiremos trabajando con fuerza, con convicción y con las personas en el centro. Porque el Maule merece más y mejor empleo. Y porque nadie debe quedar atrás.
Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas (INE, 2025). Boletín de empleo, trimestre móvil marzo-mayo 2025. Recuperado de www.ine.cl