Recientemente estuvo en Santiago una de las figuras más relevantes de la literatura fantástica mundial. Escritor y crítico literario, David Roas Deus, accedió a una conversación con Diario Talca.
David, tras su reciente visita a Santiago, invitado por la Universidad Adolfo Ibáñez a un congreso sobre literatura fantástica, ¿cuál es su balance?
“Muy satisfactorio, en todos los sentidos. Por un lado, por las diversas actividades realizadas en la Universidad Adolfo Ibáñez en relación a lo fantástico y terrorífico (conferencias, mesas redondas, lecturas de cuentos) junto a los profesores Diamantino, Gutiérrez y Heiremans, con quienes vengo colaborando desde hace años. Y, por otro, también fue muy gratificante participar como conferenciante en el Primer Encuentro Internacional de Literatura Fantástica y de Ciencia Ficción (2017), puesto que se trató del primer congreso que se dedicaba en Chile a dichos géneros, por lo que me hizo muy feliz participar en algo tan nuevo y también porque allí pude conocer a investigadores e investigadoras, así como a escritores y escritoras de diversos países latinoamericanos, con quienes compartí ideas, libros, lecturas y, todo hay que decirlo, alguna que otra juerga. Una gran experiencia, como decía, en todos los sentidos”.
¿Tuvo encuentros con escritores chilenos especializados en el tema y qué tendencias visualiza?
“Pude conocer y colaborar en diversas actividades con, entre otros, Thomas Harris, Francisco Schilling, Álvaro Bisama y Armando Rosselot, autores con los que coincido en diversas formas de cultivar lo fantástico y terrorífico, pues también juegan con lo cotidiano, con la mezcla con lo irónico e incluso humorístico, así como con la microficción. Aunque también percibí en ellos otras vías, como la hibridación con la ciencia ficción, con el terror gótico o incluso ciertas manifestaciones del fantasy, géneros que yo no cultivo pero que, como lector e investigador, me interesan mucho. También volví a encontrarme con Diego Muñoz Valenzuela, a quien conocí años atrás y cuya obra cuentística y microficcional me gusta mucho”.
Existen proyectos en común entre el Grupo de Estudios sobre lo Fantástico de la Universidad Autónoma de Barcelona que usted preside y la Universidad Adolfo Ibáñez?
“Como decía antes, hay varios profesores de la Adolfo Ibáñez con los que llevo colaborando varios años, mediante publicaciones conjuntas, congresos, actos literarios, etc. Debo señalar al respecto que los profesores Jesús Diamantino y Julio Gutiérrez son miembros del Grupo de Estudios sobre lo Fantástico, que yo mismo dirijo. Sus líneas de investigación son coincidentes con las mías, sobre todo en cuestiones que tienen que ver con la teoría de lo fantástico y los estudios sobre el terror, por lo que ha sido siempre muy fácil desarrollar esas colaboraciones…Y las que todavía tienen que llegar”.
La literatura fantástica se ha situado en un lugar preponderante en la literatura reciente. ¿Qué explica este proceso?
“Lo fantástico siempre se ha cultivado y consumido, incluso en las literaturas española y chilena, donde nos han querido convencer de que no existía…Pero como he demostrado en muchos de mis trabajos, lo fantástico tiene una tradición interrumpida en España desde el romanticismo, aunque, evidentemente, nunca ha ocupado un lugar central en el panorama literario (como tampoco ha ocurrido en ninguna otra literatura, por cierto). Algo semejante ha demostrado Jesús Diamantino en relación al mundo literario chileno. ¿Por qué lo fantástico despierta ahora especial atención? Porque, además de generalizarse su uso en cine y, sobre todo, en TV, algo que ha resultado esencial para popularizar su consumo (además de ser muy rentable económicamente), lo fantástico es una vía excelente para reflexionar sobre la realidad y sus límites, para cuestionar nuestro conocimiento del mundo y de nosotros mismos, para indagar en nuestros miedos, sus sentidos y manifestaciones (el monstruo, por ejemplo, es una perfecta metáfora del ser humano, de sus miedos y deseos). En definitiva, para mostrarnos que vivimos en un mundo caótico y sin sentido, al que bañamos de una falsa (e inestable) normalidad”.
Lector de Poe
David Roas Deus (Barcelona, 1965) es un escritor y crítico literario español, especializado en literatura fantástica. Profesor de teoría de la literatura y literatura comparada en la Universidad Autónoma de Barcelona, donde dirige el Grupo de Estudios sobre lo fantástico. Con una vasta obra, con su libro Distorsiones obtuvo el VIII Premio Setenil al mejor libro del año. Dentro de su labor de crítico destacamos Teoría de lo fantástico (2001), La sombra del cuervo. Edgar Allan Poe y la literatura fantástica española del siglo XIX (2011) y Tras los límites de lo real. Una definición de lo fantástico (2011). Su obra más reciente, Invasión (Páginas de Espuma, 2018) circula por el mundo.
David, siendo muy joven leyó a Edgar Allan Poe. ¿Por qué lo marcó tanto?
“Pues no lo sé exactamente, pero sí sé que fue un descubrimiento muy temprano que debió tocar algún resorte en mi cerebro y, sobre todo, en mi imaginación, pues ya no me he podido librarme nunca de él…La primera vez que lo leí debía tener unos 6 años. Pese a nacer en una familia proletaria, en mi casa siempre hubo libros y uno de ellos eran las Narraciones extraordinarias de Poe. Seguro que entendí muy poco, pero aún recuerdo las inquietantes sensaciones que me produjo “El gato negro”…Desde entonces, no sólo he leído una y otra vez sus cuentos, sino que investigado sobre él (su poética fantástica y terrorífica, su uso del humor y lo grotesco, su recepción e influencia en la narrativa española del siglo XIX).
A ello hay que añadir su huella en mis ficciones, en mi forma de enfrentarme a lo fantástico e inquietante en un ámbito cotidiano, para explorar también las psicologías trastornadas, las visiones delirantes de lo real. Con ello no quiero decir que imite su obra o que haya marcas explícitas de su influencia, algo absurdo pues nos separan más de 150 años, no sólo en tiempo sino, sobre todo, estética, cultural y científicamente, pero lo que es cierto es que sin él yo sería un lector y un escritor diferente. Creo que sus juegos con el realismo, con la verosimilización a través de la ciencia, con el humor y lo grotesco, han determinado mi forma de entender y cultivar lo fantástico… junto a la decisiva influencia de otras ficciones posteriores, tanto literarias como audiovisuales: Borges, Cortázar, Rod Serling y su The Twilight Zone, Kafka, Shirley Jackson, Stephen King, Woody Allen, Cristina Fernández Cubas, Frankenstein; Stevenson, George A. Romero, el cine de serie B de los años 50… y corto aquí la lista, porque sería larguísima”.
Para contar sus historias fantásticas, su inclinación es por los cuentos, ¿qué le ha permitido alcanzar y cuáles son las fortalezas del cuento?
“En primer lugar, debo decir que siempre ‘pienso en cuento’: cuando una historia da vueltas en mi cabeza, cuando veo o escucho algo que me sorprende e inquieta (o divierte), no puedo evitar decir eso tan manido de ‘Ahí hay un cuento’. Porque sé, intuitivamente, que si logro convertirlo en palabras, eso es lo que acabaré escribiendo. He publicado dos novelas y ahora ando peleándome con otra, pero sé que lo mío es el cuento. Y lo fantástico, aunque hay novelas excelentes, como también le ocurre al humor, encuentra en el cuento su mejor medio expresivo: su especial sintaxis, su reducida extensión y su explosiva concentración de recursos narrativos lo hacen el medio más adecuado para construir historias fantásticas o humorísticas (aunque más que el humor, lo mío es lo absurdo y grotesco), historias que impacten sobre los lectores de un modo rápido e intenso”.
David, su propia teoría de lo fantástico «no tiene nada que ver con Harry Potter, con dragones, sino con una forma de hacer literatura que es muy realista». ¿Hacia dónde apunta su literatura fantástica?
“Hacia lo cotidiano, hacia un tipo de historias ambientadas en el mundo que nos rodea, con personajes tan normales y prosaicos como nosotros, para ponerlos frente a lo imposible, a lo que no puede suceder ni explicarse… Aunque resulte paradójico, lo fantástico es profundamente realista: es un modo de estar muy pendiente de lo real poniendo a prueba constantemente dicha realidad. Esa es también la idea que sostiene mis trabajos teóricos; lo fantástico enfrenta al lector/espectador con lo imposible en un marco de realidad cotidiana para destruir nuestras convicciones sobre el funcionamiento de lo real. Sin embargo, Tolkien o Harry Potter inventan mundos completamente alternativos y autónomos donde todo puede ocurrir, donde no se pone en cuestión nuestra idea (compartida) de lo real porque todo es posible.
En mis ficciones fantásticas exploro, como decía, nuestra realidad más cotidiana imaginando situaciones que subvierten ese mundo más o menos estable en el que creemos vivir para demostrar, como decía antes, que esto no tiene sentido, que vivimos en un mundo absurdo y que somos seres absurdos. Por eso en muchos de mis cuentos lo fantástico y lo inquietante se dan con el humor, la parodia y lo grotesco, otra excelente vía de cuestionar las supuestas verdades sobre las que construimos nuestro mundo y nuestra identidad”.
Cercanía al miedo
¿Por qué conocer este lado oculto de la realidad, a través de la literatura fantástica, está atravesado por el miedo?
“Porque ese lado oculto es -como antes decía del monstruo. una metáfora de nuestros miedos, pues se construye con nuestros miedos más atávicos: el miedo a la muerte y lo desconocido. Y también el miedo a nosotros mismos, a lo oculto e incontrolable que se aloja en todos nosotros, como reveló el Mr. Hyde de Stevenson”.
Develar esta realidad oculta, ¿supone destruir la idea de normalidad que vivimos en el mundo actual?
“Más que destruir la idea de normalidad supone desenmascararla, mostrar la verdadera cara de la realidad: en ella no hay nada normal, sino que, como dije antes, es absurda y sin sentido. Pero nos inventamos esa (falsa) normalidad para poder vivir en el mundo más o menos tranquilos”.
Al quedar desnudos y dejar al desnudo nuestra realidad, ¿tememos que aparezcan nuestros miedos y angustias esenciales?
“Más que temer que aparezcan, es que estos van unidos a nuestra relación con el mundo y con nosotros mismos…Lo fantástico, como decía, subvirtiendo la normalidad, nos quita el terreno (aparentemente) sólido que creemos tener bajo los pies. Nos proyecta a una realidad amenazante por incomprensible y eso, evidentemente, da miedo”.