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Carta a mi hermana Aylin

¡Ay mi negrita linda, si yo hubiera sabido lo que iba a pasar…me quedaba contigo y no tomaba el colectivo! No te hubiera soltado, te seguiría abrazando, mi negrita.

Esa fue la última vez que te vi. Fue un día antes de Navidad. Me alcanzaste en la parada de colectivos y me dijiste que querías ir al local a depilarte, a arreglarte las cejas. Querías verte bonita para la Navidad. Como tu no tenías celular, te dije que le avisaras a la mamá y que ella me iba a decir cuándo podías venir. 

Apareció el colectivo y me tuve que ir. Pero no me hubiera ido, mi negrita. Al final nunca fuiste al local. 

Yo trabajaba en estética y lo sigo haciendo, negrita, y sigo estudiando. Te acuerdas que estaba en eso cuando…Bueno, quizás no te acuerdes. 

Sí, estudio técnico en trabajo social en el CFT San Agustín. Me falta solo la práctica. He aprendido mucho. Creo en eso de que mi profesión hoy es menos asistencialista y más promocional. Sí negrita, es mejor ayudar a que la gente crea en sus capacidades que mandarla a buscar una canasta. 

Pero coincidió todo. Tu desapareciste. Y comenzó la pesadilla. Aunque quizá comenzó mucho antes. Quizás por vivir en un sector vulnerable, con droga y violencia. Tal vez por eso quise estudiar trabajo social, para ayudar, para buscar soluciones.

Recuerda que los papás llegaron a la José Miguel Carrera cuando era solo un campamento al lado del canal. Pero tu eras muy chica. En todo caso, no es por el sector. A nosotros todos nos conocían. Y nunca tuvimos problemas. Por eso yo sabía que quienes te tenían no eran del lugar. 

Contigo se equivocaron varios. Quizá estarías acá conmigo si alguien hubiera hecho bien su pega. Hubo negligencia de Salud, de Tribunales… del Estado. Tengo una frustración muy grande, negrita. El sistema no funciona, en este sistema tu eres un número.

Lo que tu necesitabas era ayuda. Si comenzaste a fumar marihuana a los 16, si a los 17 consumías pasta base…necesitabas ayuda. Y sí, estuviste internada. Tres meses y cuando cumpliste 18…lo siento, ya no es problema del Estado, te dieron de alta. ¿Y quién se recupera de una adicción en tres meses? Nadie, nadie…

Alcanzaste a estar una semana afuera y este tipo llega y te da esa droga…y tu no estabas bien. En menos de un mes te perdimos. 

¿Realmente hacen la pega? No, no la hacen. Todos tienen una cuota de responsabilidad, el Cesfam, en donde no hay una persona que reciba, que acoja. Senda brilló por su ausencia. No hay un tema educativo en los colegios, tampoco en las familias. En el fondo, no hay una intervención efectiva del organismo encargado del consumo de drogas. 

Y no sacan nada con arrestar y condenar a un tipo. Es la familia, es el hermano, el tío, que siguen después con el negocio. Tu asesino, negrita, como se conoció en el juicio, tiene como 5 casas, unos tremendos vehículos, contrató un perito criminalístico y abogados.

Negrita, tu partida cambió mi vida. Los responsables están presos, pero nadie ni nada te va a traer de vuelta. Hay días en que me cuestiono, qué más podía haber hecho yo. Pero dentro de las posibilidades tampoco podía hacer mucho. 

Quedamos seis hermanos, negrita, recuerda que nuestra hermana mayor murió hace 15 años. Dicen que fue un accidente. Estaba con su pareja…pero, no sé…Ella me crió y yo te crié a ti. Y las dos ya no están. 

Como la mamá trabajaba de temporera y el papá en un bote paseando gente en el río Claro, yo te cuidaba. Fui mamá muy joven, así es que mi hija mayor, la Nadia, era como tu hermana. Le daba pecho a las dos. Más grande, recuerdas, se prestaban la ropa. 

Eras mi hermana, pero también mi hija. Eras buena, respetuosa, no molestabas a nadie, muy generosa, todos te querían. Eras así, de compartir, no eras egoísta. 

Hemos pasado muchas cosas. Pero aquí estamos, para torcerle la mano al destino. Eso es lo que quiero. Si algo he aprendido es que más que predicar con la palabra, hay que predicar con el ejemplo. Aunque cueste, se puede. Porque ayudar, pese a que quite horas de sueño, enriquece. 

Esta Navidad, negrita, llevamos cenas a gente que lo necesita. Y me acordé de ti. De la última vez que nos vimos en el paradero, justo antes de Navidad. Y de que me quedé esperándote para arreglarte las cejas. 

Te extraño negrita. 

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