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El amor epistolar entre Gabriela y Dana

Poco después de recibir el Premio Nobel, en 1945, Gabriela Mistral fue invitada a un homenaje a Barnard College, en Nueva York. En ese auditorio estaba Doris Dana, quien dos años más tarde le escribió la primera carta en torno a la devoción compartida por Thomas Mann. Desde entonces no se separaron más hasta la muerte de Mistral y vivieron una intensa relación que quedó guardada en secreto hasta que el legado de Gabriela llegó a la Biblioteca Nacional. Doris, vida mía (Lumen, 2021) incluye material inédito y un exhaustivo trabajo de archivo y edición de Daniela Schütte González.

 

Daniela, “Doris, vida mía” recoge ciento ochenta y tres cartas escritas por Gabriela Mistral a Doris Dana. ¿Cuál es el contenido general del epistolario?

“El libro recoge cartas escritas por Gabriela Mistral a Doris Dana, entre 1948 y 1956. El foco de selección de estos documentos fue que fueran documentos que pudieran ser apreciadas en términos literarios o que revelaran aspectos poco conocidos o recurrentes en la vida, pensamientos y emociones de Mistral. También, aquellas cartas que, de algún modo, dan cuenta del momento en el que fueron escritas, con las impresiones, preocupaciones, opiniones políticas, sociales y económicas de Chile, Latinoamérica y el mundo. Y, ciertamente, la relación entre Gabriela y Doris”.

El eje central de esta correspondencia, dentro de un conjunto de doscientos sesenta y ocho documentos, es la relación amorosa de Doris y Gabriela. ¿Cuál es el carácter de esa relación?

“Es una relación intensa, apasionada y profunda, en muchas ocasiones Mistral comenta que se trata de un vínculo que viene de otra vida. Por cierto también, es una relación que tiene diversos momentos y matices y que se sostuvo durante largos periodos de tiempo sobre la base de cartas, sobre la ausencia, con todas las complejidades que eso implica”. 

En una entrevista concedida por Doris Dana a Cherie Zalaquett en el año 2002 desmiente categóricamente una relación lésbica. ¿A qué verdad podemos aproximarnos?

Me parece complejo hablar de verdad. La lectura que propone el libro es la que se puede leer en las cartas que forman parte del libro. Ciertamente el lector podrá interpretar según su visión de mundo, experiencia y punto de vista. No obstante al leer estas cartas, resulta evidente el carácter de la relación que mantuvieron por más de 10 años. Respecto de la respuesta de Doris, me parece que es necesario atender al contexto y al momento en que esta fue dada”. 

 ¿Cómo era percibida esa relación en la época de Gabriela?

“No era percibida porque no era una relación pública. Por lo que sabemos para asuntos formales Doris era presentada como su secretaria, asistente o que trabajaba con Mistral. Me parece, sin embargo, que es probable que algunas personas de su círculo cercano hayan sabido”.

Correspondencia inédita

Gabriela Mistral, una de las grandes poetas del siglo XX, nació en Vicuña, Chile en 1889 y murió en Nueva York, en 1957. Obtuvo, entre otros reconocimientos el Premio Nobel de Literatura en 1945 y el Premio Nacional de literatura en 1951. Publicó Desolación (1922), Ternura (1924), Tala (1938) y Lagar (1954). Póstumamente aparecieron Poema de Chile 1967) y Almacigo (2016) y diversas antologías, entre ellas Las Renegadas (2019). 

Este epistolario es parte del legado que por años tuvo Doris Dana como albacea de Gabriela y que Doris Atkinson donó a Chile y que permitió la publicación de Niña errante el año 2009. ¿Qué otros libros podrían surgir?

“Es tan vasto y diverso el acervo que sin duda podrían surgir muchos libros de gran valor y que al igual que los que han sido publicados en los últimos años contribuyan a profundizar la biografía y la figura de Mistral como una forma de contribuir a la difusión y lectura de su obra. Hay mucha correspondencia que permanece inédita, también sus cuadernos con anotaciones de diversa naturaleza pueden ser fuentes importante de nuevos libros”. 

En el prólogo de Alia Trabucco, señala que faltan gran parte de las cartas que Doris escribiera a Gabriela. ¿Se podrán conocer alguna vez?

“En el acervo de la Biblioteca Nacional hay muy pocas cartas de Doris y las que hay fueron incluidas en la edición de Niña Errante del 2009 de Pedro Pablo Zegers. El resto de las cartas no forman parte de ese archivo, en consecuencia, es poco probable que puedan ser conocidas”.

 ¿Qué explica que hasta hace poco hayamos conocido una Gabriela tan sesgada?

“Es una pregunta compleja, porque sin duda se relaciona con diversos factores. Sin embargo, simplificando muchísimo el asunto, me parece que lo que puede explicar de mejor forma este sesgo fue un cierto reduccionismo y linealidad al enfrentar su obra centrando la conceptualización de su figura en la metáfora de la maestra abnegada y restringiendo la difusión de su obra solo a una parte de ella  dejando fuera su labor consular, su participación en instancias internacionales y sus artículos, discursos y recados”.

Una joven de 26 años

¿Quién era Doris Dana en la década de los 40′ y cómo conoce a Gabriela Mistral?

“Doris Dana era una mujer de 26 años, graduada en literatura e idiomas de la Universidad de Columbia. Vio por primera vez a Mistral en mayo de 1946 en una conferencia que esta dictó en el Barnard College. Sin embargo en esa oportunidad, no se atrevió a acercarse a conversar. En febrero de 1948 Doris le envía una carta con una copia del libro The Stature of Thomas Mann, antología de Charles Neider publicada en 1947, que incluyó la traducción de Doris del texto ‘El otro desastre alemán’ escrito por Mistral”.

¿Cómo fueron los últimos años de Gabriela, qué padecimientos empezó a sufrir?

“Hacia 1951 comienza a sufrir pérdidas de memoria, también era diabética, tenía además problemas de presión y cardíacos. En varias de las cartas contenidas en el libro comenta de sus problemas de salud y cómo estos la obligaban a estar en lugares que fueran amables con su salud”.

En varias fotos aparece Doris con sus gatos y en un audio se escucha a Doris y Gabriela en un ambiente familiar muy alegre. ¿Parece que los últimos años de Gabriela fueron muy felices?

 Es posible que así haya sido. Me parece que los últimos años de Mistral fueron, como ella misma dice, una búsqueda de un lugar en el que pudiera ser ‘un poco feliz’. Anhelaba una casita con más huerto que casa y esta fue, junto con otras, una de sus preocupaciones”. 

Este trabajo titánico, ¿que ha significado en su vida personal y profesional?

“En términos profesionales fue un desafío muy importante. La selección y ordenación de las cartas tuvo distintas complejidades, siendo esto último, un asunto central. Mistral solo ocasionalmente databa las cartas por lo que el trabajo con los sellos postales del correo, no siempre legibles, además de las notas que a veces ponía Doris en los sobres resultó central. Sin embargo, no todas las cartas tenían esta información.

Fue entonces necesario armar una especie de rompecabezas para determinar la posible ordenación. Para esto, lo primero fue identificar marcas de viajes, visitas, lugares, acontecimientos que pudieran situar el momento en el que había sido escrita la carta. Luego, a partir de esto, revisar comunicaciones oficiales como memorándum, oficios consulares, telegramas, diarios de la época y otros documentos. Luego, las cartas que Mistral intercambió con otros interlocutores o las cartas que ella recibió en el mismo periodo y que hubieran estado datadas y en las que hubiera alguna coincidencia con estas marcas.

Después, inicié el proceso de revisión de las cartas que Doris intercambió con las personas cercanas a Mistral en ese periodo. Este ejercicio fue muy interesante, no solo en términos de la datación, sino también, como una suerte de objetivación de acontecimientos externos comentados en las cartas. Y, por último, cuando ninguno de estos caminos condujo a razonables certezas sobre la fecha en la que había sido escrita, el foco fue la continuidad narrativa de los documentos”.

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