Desde el descubrimiento de América -uno de los hechos más importantes para la historia europea- como mujeres blancas hemos sufrido la violencia de la colonización desde diferentes aristas, ya sea también, en derecho y oportunidad, sin embargo, la lucha constante de los pueblos indígenas y por sobre todo de sus mujeres para obtener un reconocimiento histórico y cultural ha traspasado el conocimiento general que tenemos sobre la discriminación de los pueblos originarios y los diferentes tipos de feminismos .
En Chile, desde la primera infancia, la cultura ancestral de los pueblos anteriores a la conquista quedan encubiertos y solo se muestra una pequeña parte de su cultura, demostrando así la poca relevancia que estos pueblos han tenido en la construcción de nuestro país donde pareciera que nuestros cimientos solo vienen de la cultura europea, recordando al pueblo mapuche en algunas unidades en textos de educación, discriminándolos de la historia sin mostrar su cultura ancestral en profundidad.
Existe un problema de discriminación invisible por nuestra cultura que la historia y por sobre todo la educación de nuestro país ha encubierto tratando de enseñar la conquista desde una perspectiva eurocentrista, normalizando la brutalidad de la colonización a través de una historia machista y discriminatoria respecto a nuestra propia historia anterior a la colonización, de donde vienen los verdaderos cimientos de América.
Respecto a lo anterior, el etnocentrismo que encontramos en nuestra cultura afecta profundamente a los distintos feminismos que han surgido con más fuerzas en los últimos años en Chile, donde la tercera y cuarta ola del feminismo mundial ha traído una lucha constante de nosotras las mujeres en nuestro país para visibilizar y exigir nuestros derechos naturales, sin embargo, el patriarcado colonial sigue estando presente en nuestra lucha, donde nuestro objetivo está orientado a la mujer blanca, dejando de lado los distintos grupos disidentes indígenas y sus mujeres, es por esto que, como mujeres feministas debemos plantearnos un nuevo objetivo, debemos desestabilizar el feminismo occidental, elitista y de la mujer blanca e integrar a las mujeres indígenas como sujetas de derechos, activistas y capaces potenciar nuestra lucha de cambio a través de una participación activa y ancestral, promoviendo la solidaridad entre los distintos grupos oprimidos históricamente por el estado y la historia de Chile, siendo también un motor de cambio para enfrentar el calentamiento global, ya que es conjunto el conocimiento del cuidado de la ñuke mapu.
Hoy la oportunidad de escribir una nueva constitución debe incluir a quienes han sido avasallados desde la conquista a través de una perspectiva integral, reconociéndolos como sujetos de derechos y con una riqueza única respecto a su cultura ancestral, contando con enfoques dinámicos que permitan analizar la política y su formulación como una fase crítica del proceso político para poder erradicar la violencia hacia los pueblos originarios y principalmente a sus mujeres.
Desde una nueva Constitución, existen grandes desafíos para poder escribir en unos de los hitos más importantes de la historia de Chile en los últimos 30 años, y es aquí donde nosotras, debemos expandir nuestro conocimiento e incidir como sujetas activas y participativas en este proceso para suprimir la violencia de género que el patriarcado y el Estado chileno ha ejercido sobre nosotras, debiendo considerar como pilar fundamental de nuestros feminismos la memoria de nuestros pueblos originarios y en especial de sus mujeres, desde nuestras consignas de luchas y como feministas debemos seguir luchando y visibilizando a las mujeres originarias de nuestra historia con mayor fuerza, para seguir construyendo espacios más íntegros y a la vez, exigiendo los derechos de todas nosotras, para que en un futuro el legado patriarcal y la violencia de género sea erradicada de nuestra cultura.
¡Con las ancestras en la memoria, seguiremos haciendo historia!
